viernes, 27 de abril de 2012


Ven al día, amiga mía
celebremos que la luz nos es propicia
y el viento favorable.
Levanta en mi pecho tu casa de cristal
por donde brame el arroyo
azuzando a sus mastines,
que la tierra aún palpita y se estremece
en su quieta mansedumbre.
Ven al valle, hermosa mía
que la luz es como un sueño,
bésame ahora en el alba velada de rocío,
ahora, en este momento
en que nada está hecho,
solo en acto y en potencia.
Tómame antes de que me extinga
como brillo de estrellas,
antes de que Dios me olvide,
y mi carne se haga amarga y rotunda
como el fruto del conocimiento.

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